“El que sabe qué, encontrará el como” Nietzsche
Conseguir nuestros sueños, nuestras metas está estrechamente relacionado con el modo en que establecemos nuestros objetivos. La manera en la que formulamos nuestros deseos, nuestras necesidades o inquietudes es decisiva para conseguir que nuestros sueños se hagan realidad.
Normalmente ante un problema, dilema o un proceso de decisión nos hacemos preguntas de tipo ¿Qué está mal? ¿Por qué no consigo lo que quiero? O jugamos con respuestas mentales como “No sé qué hacer” “No puedo conseguirlo porque alguien tiene la culpa” o “No quiero sufrir” incluso justificamos nuestro fracaso porque no sirvo, no puedo, hay crisis o no hay trabajo. Con este tipo de pensamiento y lenguaje limitamos nuestro poder de acción y de crear realidades satisfactorias. Nos enfoca en lo que no queremos, y nos centramos en lo que no funciona y nos lleva a buscar excusas y culpables alejándonos de lograr todo aquello que queremos.
Es necesario practicar también “higiene lingüística” a la hora de definir nuestros objetivos, es decir, poner en marcha un tipo de pensamiento y lenguaje positivo y preciso, que apoye nuestros propósitos, atendiendo a lo que queremos en vez de lo que no queremos, centrados en nuestra fuerza y recursos para conseguirlo, invertir energía y creatividad en lograr nuestros sueños con valentía, sin juicios, sin culpables, ni comparaciones, solo enfocados en aquello que nos hace dar lo mejor de nosotros mismos en cada momento, en lugar de generar miedo y resistencia ante el cambio y el aprendizaje.
Por ejemplo, “quiero ser el mejor en……, o mejor que….” son objetivos no ecológico basados en la comparación, “ser mejor que alguien”, es necesario compararnos con nuestros estándares personales, y no con los de otra persona, es decir, evaluar si nos estamos acercando a nuestro objetivo, revisar si estamos consiguiendo el mejor resultado respecto a nuestros propósitos, si estamos dando lo mejor que tenemos en cada momento. Tampoco es un ejemplo de objetivo claro y específico, ¿Qué es ser mejor? Quizás, “dar lo mejor de mí en cada momento”, con mi familia, mis amigos, mi profesión, sea un buen objetivo general para acercarnos a la excelencia.
Así que, cuanto más precisa y positivamente podamos definir lo que queremos, mejor podremos programar a nuestro cerebro para conseguirlo. La Programación Neurolingüística define la pregunta Qué y para qué como claves para establecer propósitos y objetivos. Preguntarnos Cómo será adecuado para diseñar el plan de acción que nos lleve a conseguirlos Para ello describe 6 condiciones básicas para una buena definición de objetivos:
Positivo
Piensa en lo que quieres más que en lo que no quieres.
Pregúntate: ¿Qué es lo que quisiera tener?, ¿Qué es lo que realmente quiero?.
Bajo tu control
Piensa en que lo que quieres hacer activamente está bajo tu control.
Pregúntate: ¿Qué voy a hacer para alcanzar mi objetivo?, ¿Cómo puedo empezar y mantenerlo?.
Específico
Imagínate el objetivo de la manera más específica posible.
Pregúntate: ¿Quién, dónde, cuándo, qué y cómo, específicamente?
Evidencias
Piensa en las evidencias sensoriales que te permitirán saber que has logrado lo que querías.
Pregúntate: ¿Qué veré, oiré y sentiré cuando lo tenga? ¿Cómo sabré que lo he conseguido?
Recursos
¿Tienes los recursos y opciones adecuados para alcanzar tu objetivo.
Pregúntate: ¿Qué recursos necesito para alcanzar mi objetivo?
Tamaño
¿Tiene el objetivo el tamaño adecuado?
Si es muy grande, pregúntate: ¿Qué es lo que me impide alcanzarlo?, y convierte los problemas en pequeños objetivos lo bastante pequeños y alcanzables.
Si es muy pequeño, pregúntate: Si alcanzo esté objetivo, ¿Qué me va a aportar?.
Marco ecológico
Sopesa las consecuencias en su vida y en tus relaciones si consiguieras tu objetivo.
Pregúntate: ¿Qué pasará si consigo mi objetivo?, ¿A quién más afectará? Si pudiera tenerlo ya, ¿Lo cogerías?
Considera los sentimientos de duda que comiencen con un «sí, pero…» ¿Cómo podrías cambiar tu objetivo para tenerlos en cuenta?